Gatos. Mi abuela siempre tuvo gatos, mi mamá y mis tíos también. Quienes vivan con un gato saben que ellos nos arropan, se meten silenciosos en nuestro corazón y ahí se quedan para siempre. Son familia y por eso los asocio con la Comarca Lagunera. Ellos estuvieron, están, estarán en mi casa. Ellos son mi casa.

Un día llegó la violencia y como muchos, me fui de Torreón. Como dolió ver que aquí, donde el sol brilla como en ningún otro lado, cayó la noche oscura de la muerte. San Miguel de Allende tiene alma de gato, parece que te elige, por eso hice de ese pueblito del Bajío mi nueva casa.

La verdad no dejo de pensar en gatos, ahora los veo como mi espejo, podría contar la historia de mi vida diciendo en voz alta los nombres de mis gatitos, los que hoy me acompañan y lo que ya no están conmigo.

Aquí el desierto es memoria hecha de arena, tantito rascas y salen huesos de dinosaurio. Hay vestigios de animales extintos y seres nuevos que perpetúan el ciclo de la vida. Eso me hace pensar que regreso a Torreón como un vestigio y un gato.

En esta exposición hablo de mis orígenes y le canto a mis antepasados, aquí presento lo que fui y lo que soy. Lo hago a mi manera, con formas y colores. Mi familia es mi inspiración y el arte mi ronroneo: soy gato de regreso a casa, deslizándose suavemente, entre voces y recuerdos.